11 jul 2009

Obrint Pas - La flama

Estorbando a 70 Km/h

La nueva moda, altamente recomendable por varios motivos que se exponen a continuación, del manual del ecologista, o del simple conductor concienciado con el problema energético y el cambio climático, es ir estorbando a 70 Km/h por la carretera. Efectivamente, a 70 Km/h el consumo de combustible es aproximadamente la mitad que a 100 Km/h, pero no se tarda el doble en llegar a destino: se tarda solamente 1,42 veces más que a 100 Km/h.

De forma tal, que si usted circula siempre a 70 Km/h, los depósitos le van a durar el doble.
Este hecho, por sí mismo, es interesante a nivel individual como medida de ahorro y eficiencia.

Si uno consume la mitad de combustible, no solo ahorra dinero: también reduce en la mitad su contribución individual al efecto invernadero responsable del cambio climático. E insisto, solo tarda 1,42 veces más: por ejemplo, en lugar de tardar una hora, tardas una hora y veinticinco minutos. O en lugar de tardar media hora, tardas 42 minutos (y encima es más probable que llegues entero).

Pero es que la cosa no acaba aquí: la mayor parte de los conductores superan ampliamente esta velocidad en sus desplazamientos, de forma tal que si se encuentran con un vehiculo delante que va a 70 Km/h no les queda mas remedio que ponerse a 70 ellos también, hasta encontrar un hueco en el que poder adelantarle. Es el llamado "efecto cadena".
Yo mismo he hecho el experimento, y me he sorprendido de la rapidez con la que se encolan hasta 10 coches detrás. Efectivamente la cara con que miran cuando consiguen adelantarte no refleja simpatía precisamente, pero el caso es que no existe en la legislación de tráfico, ni en las señales, ninguna norma que imponga una "velocidad mínima". Más bien al contrario: en muchas situaciones el límite de velocidad máxima, es cercano a 70 Km/h, aunque buena parte de los conductores se pasen esta norma por el forro de los culebrones.

Así pues, si por cada conductor que va a 70 voluntariamente, se fuerza a 10 conductores a ir a 70 involuntariamente, entendemos que este conductor concienciado, está ahorrando con su actitud solidaria, dinero, energía y efecto invernadero a los otros 10, en la misma medida que él: es decir, el doble de rendimiento.

Cierto es que no esta del todo bien disponer del tiempo de los demás, pero desde luego no hay ninguna norma que lo impida. Además, según los números, aunque les ahorres la mitad del combustible, (y de contribución contaminante), no les consumes el doble de tiempo, sino solamente 1,42 veces más.

De forma que la iniciativa es interesante por varios motivos: reduce el consumo individual y colectivo, reduce el efecto invernadero, ahorra dinero y energía, multiplica el rendimiento energético (en España el 40% de la energía que se consume es en transporte, y con esta medida se puede reducir fácilmente a la mitad, con que solo un 10% de los conductores la adopten), y además reduce el número y la peligrosidad de los accidentes: A 70 Km/h no solo es mas fácil reaccionar ante un imprevisto con éxito, sino que si no hay éxito, el golpe es mucho menor.

Esta iniciativa es de las que da en las mismas narices al sistema: a los petroleros no les va a gustar nada que la gente compre la mitad de gasolina para hacer lo mismo (con lo cual se reducirá el precio para estimular el consumo), y a los jóvenes alienados con el esquizofrénico mensaje televisivo (por un lado uno de cada tres anuncios vende coches, velocidad, éxito y libertad en un solo paquete, pero por otro los poderes públicos avisan de que no debes correr y de hecho te lo prohíben, acicate increíble, esta prohibición, para la mente rebelde de los jóvenes), les obliga a aguantar la cola a 70 Km/h, a concienciarse, consumir y contaminar menos, y a provocar muchos menos accidentes y menos graves (uno de cada tres accidentes mortales implica a un joven conductor).

Desde mi punto de vista, lo más curioso del asunto es el "efecto cadena" que se observa.
Si no tienen prisa por llegar, practíquenlo: es una forma de insumisión viaria totalmente legal, (incluso diría que necesaria y urgente en los tiempos actuales) y no esta constreñida a ninguna fecha o lugar.

10 jul 2009

Se acaba el petróleo



Por Fernando Ballenilla, profesor de Didáctica de la Educación Ambiental, Universidad de Alicante. (El Ecologista, nº 4o, verano de 2004, págs 20 y 21)


La noticia del agotamiento del petróleo en realidad no es nueva, aunque sí desconocida para mucha gente. Ya en 1949 King Hubbert, vaticinó, en la revista Science, la poca duración de la era de los combustibles fósiles. Fue el primer geofísico en hacerlo.

Hubbert era en esa época un empleado de Shell, contratado para estudiar sus pozos y hacer predicciones de explotación. Se dio cuenta de que las explotaciones de los pozos seguían una pauta concreta. Tras un pausado comienzo se ponían a producir (léase extraer) exponencialmente hasta que llegaba un momento en que cesaba ese progreso exponencial, y a partir de ahí la producción disminuía, al mismo ritmo que en la subida, hasta que se agotaba el pozo. Más adelante vio que se podía aplicar esa misma pauta al conjunto de campos de su compañía, y para más inri en 1956 vaticinó que la producción de EE UU alcanzaría su cenit en 1970, declinando después rápidamente. Naturalmente le trataron de lunático hasta que en la década de los 70 la producción se comportó como él había previsto, dando como resultado el progresivo agotamiento del petróleo en EE UU y que en la actualidad tenga que importar cerca del 60% del crudo –y entre el 80 y 90% de aquí a 10 años–. A partir de entonces se le empezó a
considerar en su país, e incluso fue asesor energético del Gobierno de EE UU algunos años. Durante esa época apoyó la energía nuclear, pero abandonó la opción cuando se percató de lo irresoluble del problema de los residuos.

La gráfica la realizó Hubbert en 1971 y se publicó en Scientific American. Se trata de una proyección de las reservas mundiales de petróleo y de su agotamiento. De esta gráfica resaltan dos cosas:

a) Que aunque prácticamente se duplicasen las reservas disponibles, solo se tardaría una década más en haber consumido el 80% del total del combustible.

b) Que el pico de máxima producción coincide con el agotamiento del 50% del combustible. De ahí la importancia del suceso. Cuando se alcance, eso significa que a partir de ahí sólo es posible el descenso.


Pues bien, nos encontramos ya en 2004, y las previsiones de un notable grupo de científicos independientes llevan advirtiendo desde hace tiempo que estamos prácticamente en el cénit de la producción petrolífera, confirmando en términos generales las previsiones de Hubbert y las noticias menos independientes de Shell y Exxon. Si como resultado de decisiones políticas,
una vez en el pico, se sostiene la producción, entonces el pico se convierte en una meseta, y la producción, en vez de caer, se mantendría (esto, para algunos analistas, ya está ocurriendo desde el año 2000).
Imaginemos la siguiente situación: un depósito con mil litros de agua. Ese depósito puede tener un grifo o cien, los que queramos. El que pueda cubrir la demanda no está en relación con lo que queda en el depósito, sino en relación con el número de grifos. Durante una temporada, si el número de grifos es suficiente, dará la sensación de que queda mucha agua en el depósito, cuando lo que en realidad está ocurriendo es que se está agotando a más velocidad. El problema será que el agotamiento, cuando se produzca, dejará de golpe con dos palmos de narices muchas más expectativas de obtener agua.

Los países de Oriente Próximo han invertido mucho en infraestructuras (grifos), de manera que podrá mantenerse la ficción de petróleo para rato durante cierto tiempo, pero con unas terribles consecuencias: tendremos una meseta en vez de pico y, al salir de la meseta, habrá un precipicio, con caída al vacío, en vez de una más o menos suave pendiente. Y esto es así porque el área bajo la curva no puede variar, ya que representa las reservas de crudo existentes (en el ejemplo anterior la cantidad de agua que hay en el depósito). La decisión de mantener artificialmente la producción implicará un declive más rápido, con consecuencias más catastróficas desde el punto de vista social. Y éste parece que es el tipo de huida hacia delante que está poniendo en práctica EEUU con su guerra en Iraq: mantener los grifos abiertos para hacer frente a la demanda durante el máximo tiempo posible.

3 jul 2009

El mundo ante el cénit del petróleo (Fernando Bullón Miró)



La humanidad se encontró hace algo más de cien años con un recurso único, que le dio la posibilidad tanto de disponer de una fuente de energía muy eficiente, fácil de extraer, transportar y utilizar, como de aprovechar otros recursos naturales y fabricar una gran variedad de materiales necesarios en nuestro modo de vida actual. Pero, sobre todo, ese recurso le permitió incrementar enormemente la capacidad de producir y distribuir alimentos y multiplicar explosivamente la población mundial, desde los mil millones de seres humanos a mediados del siglo XIX hasta los seis mil quinientos millones de la actualidad.

Ese recurso es el petróleo, y es el que ha posibilitado los profundos cambios experimentados por la humanidad en el último siglo, hasta llegar al estado de enorme dependencia de contar con suficientes suministros de “oro negro” del mundo actual. También él es el causante de multitud de problemas, tales como las crecientes guerras y desigualdades, la contaminación de los ecosistemas - lo que incluye el preocupante incremento de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera- y la sobreexplotación de otros recursos vitales en retroceso, como los bosques, las tierras fértiles y el agua.

Sin embargo, pese a los retos que estos problemas constituyen, debidos en última instancia al uso del petróleo, paradójicamente, el verdadero reto al que se enfrenta la sociedad en nuestros días es la irremediable e irreversible disminución en su disponibilidad, según ya venían advirtiendo desde hace décadas los más eminentes geólogos, sin que exista la posibilidad de sustituirlo con otros recursos conocidos, y menos con tiempo suficiente para evitar la debacle.

Esta es la realidad que los grandes poderes mundiales que controlan la política, la economía y los medios de comunicación vienen ocultando, cada vez con mayores dificultades a medida que se va haciendo más palpable. Es también la realidad que castiga cada vez con mayor dureza a la población más desfavorecida de los países pobres, donde se vive al límite y que son los primeros afectados por los desabastecimientos y las subidas de los precios del petróleo.

Este artículo nace para contribuir a la divulgación de la crisis energética global en la que nos encontramos, en el momento en que los expertos en geología y recursos energéticos consideran que se podría estar alcanzando el cénit de la producción mundial del petróleo.

Se aconseja en especial la web crisisenergetica.org , donde existe abundante información distribuida en diversas secciones, artículos traducidos, comunicados y noticias actualizadas, entrevistas, gran número de enlaces a otras páginas relacionadas y un foro de debate con comentarios de personas interesadas en este tema. También en dicha página están disponibles las traducciones al castellano de los boletines de la red ASPO, que integra científicos de diversos países que se dedican al estudio de las reservas petrolíferas, y que tratan de determinar la fecha y el impacto del cenit de las producciones mundiales de petróleo y de gas natural.


La “Curva de Hubbert” y el cénit del petróleo


La producción de cualquier pozo de petróleo a lo largo de su tiempo de vida útil sigue una curva en forma de campana, a la que se denomina "Curva de Hubbert ", Por lógica, esto es también válido para la suma de varios pozos, por lo que la producción de cualquier país, como la mundial en su conjunto, también presentan curvas de producción con forma de campana.

Los costes de extracción son mucho más bajos en el tramo ascendente de la curva que en el descendente, en el que se van necesitando progresivamente mayores gastos y energía para extraer el petróleo de los depósitos que se van agotando, hasta que se llega al punto en que es necesaria más energía para la extracción que la que se obtiene del petróleo resultante de la misma, momento a partir del cual deja de tener sentido continuar la explotación, aunque quede petróleo por extraer. Además el petróleo extraído en el tramo descendente va resultando cada vez de menor pureza. En definitiva, el petróleo es abundante, de buena calidad y de fácil extracción en el tramo ascendente, y escaso, de peor calidad y más costoso de extraer en el tramo descendente.

El cénit del petróleo es el término que se aplica al punto de la curva de Hubbert en el que se logra la máxima producción, y se alcanza cuando se ha extraído aproximadamente la mitad del petróleo existente. Una vez pasado el cenit, la cuesta por la que se desciende en principio tiene poca pendiente (parte superior de la campana), pero después se va haciendo más empinada.


El petróleo en nuestras vidas.


Nuestra sociedad y modo de vida actuales son posibles gracias a la abundante disponibilidad de petróleo, pues está detrás de prácticamente todos los aspectos de nuestras vidas y de todos los bienes de consumo del mundo actual, siendo su presencia necesaria en los procesos productivos tanto en forma de materia prima como en forma de energía, empleada en el transporte y en la fabricación.

La industria, la electricidad, el transporte, la construcción, el turismo, la agricultura, etc. están entrelazados indisolublemente con la producción de petróleo, que es también el principal responsable de los adelantos en medicina, al permitir la producción masiva de medicamentos y el desarrollo de la infraestructura sanitaria como hospitales, ambulancias, y hasta las carreteras por donde circulan éstas. Es también necesario para mantener servicios básicos urbanos como alcantarillado, recogida de basura, cuidado de calles y jardines, servicios de bomberos, servicios de protección civil y policía, etc.

La fabricación de casi todos los productos de uso común requiere del petróleo, que forma parte de todo tipo de plásticos, productos químicos, materiales de construcción, etc., estando presente en casi todo lo que utilizamos a diario, como los componentes internos y cubiertas de aparatos electrónicos, cueros sintéticos, detergentes, productos de limpieza, cosméticos, pinturas, aditivos alimentarios, lubricantes, PVC, aislantes, fibras sintéticas para la ropa, etc.

Y lo más importante, la producción comercial de alimentos se basa por completo en el uso intensivo de petróleo, que fue el que posibilitó la Revolución Verde, es decir, la extensión de la agricultura basada en los regadíos, la mecanización y el empleo de fertilizantes e insecticidas, lo que permitió el espectacular boom demográfico del pasado siglo. La mayoría de los pesticidas agrícolas necesitan del petróleo para su fabricación, y los fertilizantes comerciales se basan en amoníaco, que se produce a partir del gas natural, cuya producción va ligada a la del petróleo. Se necesita petróleo también para el uso de las maquinarias de cultivo, como tractores y cosechadoras, las bombas de agua para el riego, los sistemas de almacenamiento de alimentos como los refrigeradores, y los sistemas de transporte como los mercantes o los camiones. A lo largo del pasado siglo la producción de alimentos y la población fueron aumentando a medida que lo hacía la producción de petróleo.

No debe pues sorprender que si todo el funcionamiento de la sociedad depende de un único recurso, cualquier pequeña variación en su precio haga tambalear todas las economías, y en especial las más débiles, de forma que si el precio sube se generan procesos inflacionarios en todos los países y en todos los sectores económicos.